hombres y gusanos

Título: S/T.

Medida: Variables.

Técnica: Fotografía digital.

Título: Inside - Out - Land.

Medida: variables.

Técnica: Fotografía digital.

Título: No-Memory I,II

Medida: Variables.

Técnica: Fotografía digital.

Título: S/T I,II

Medida: Variables.

Técnica: Fotografía digital.

Título: Europa I,II

Medida: Variables.

Técnica: Proyección digital.

Título: Reja.

Medida: Variables.

Técnica: Fotografía digital.

Metáforas desde el subsuelo.

Ingenuo de mí, yo que creía tenerlo claro, heme aquí en pleno descreimiento y metamorfosis. Me ha engañado completamente. Desde que lo conozco, - una noche fue (como no podía ser de otra manera)-, siempre ha sido así, y eso es lo más extraño aún, que en esa inexistencia de cambios visibles se estuvieran produciendo tantas metamorfosis. Y es cierto que siempre tuvo esa intensidad cuando se trataba de elucubrar, a la luz de lo espirituoso. Intensidad compañera inseparable de la desidia manufacturadora en el taller. Bien pronto pensé que la gestalt no era para él, demasiado veloz, demasiado disperso, orbital sin trayectorias definidas. Más de una vez le auguraba -lo leía en el diseño de los astros, en los terruños destripados- un impacto grave en algún desierto septentrional. Y otras tantas veces, los objetos me rebatían.

Pero -se diría el indignado espectador- cómo era ello posible, si esos objetos anélidos eran forma sin preocupación por sí misma, de una factura casi de travers que provocaba la nostalgia de otros modelos y valores y el deseo de repetir la operación cuidando en grado sumo los materiales, la ejecución, la presentación. Y es que el muy convólvulo sabía de la innecesidad de que la forma solape al contenido, y lo más insultante es que su conocimiento no había sido adquirido a través de largos procesos digestivos por la vía de la razón. De hecho, compraba libros de arte de los que me hablaba excelencias aun sin haberlos leído. Yo picaba siempre (como pez que muerde lombriz ensartada en el anzuelo) y acababa leyendo sus libros no leídos y entregándole la síntesis predigerida en forma de yogurt. Y resulta que cuando yo llegaba él estaba ya al cabo de la calle, adonde había llegado por oscuras galerías subterráneas que ni siquiera se tomaba la molestia de excavar, demasiado ocupado en experimentar sensaciones sin medida. Acaso el camino del exceso como medio para alcanzar la sabiduría. O el camino del simple ser y estar. Volviendo a los astros, recuerdo como me frustró en mis predicciones con sus Cuerpos celestes, de los que maliciosamente llegué a decir que tenían una factura chapucera. Cuando lo cierto es que no necesitaban otra cosa para comunicar lo que él quería, cosa que el arte contemporáneo sabe ya desde hace tiempo, como lo saben también todos los metazoos de vida libre o parásitos: que los mitos del arte clásico no se han podido mantener a la luz del actual conocimiento humano y científico.

Uno elige luego, conocido esto dicho arriba, si seguir en el camino de lo antiguo pero legítimo, o transitar por los territorios del mapa en blanco de la contemporaneidad. No padecen estas dudas los anélidos subterráneos que prosiguen en su avance y deglución de tierra, que es decir vida. Así, ajeno a textos, se enquistó y durmió y creció Pérez Plata.

Tiempo después, o sea, ahora, regresa a la superficie para ofrecernos una exposición. Lo primero que se me viene a la cabeza, visto el título de la misma (Hombres y gusanos) es: la metáfora de lo larvario, el capullo y la crisálida para representar este regreso de Pérez Plata a la actualidad del arte en el Campo de Gibraltar. Pero una expresión tan provinciana, no logra sino que me ría y niegue toda posibilidad a su presencia en este texto. Incluso, pensándolo bien, ni siquiera es un regreso, porque nunca se ha ido del todo, sino que ha permanecido ahí, donde late la carne del mundo, aspirándolo todo con apetito ciego y desbocado de la subterraneidad, eso que dio en llamarse el underground en la segunda mitad del siglo pasado. Y el caso es que viene para decirnos algo. Y cómo.

Si, como dice Arthur Danto, toda obra de arte es sobre algo, y hablar sobre esa obra de arte es hacer crítica de esa obra de arte, lo primero que puedo argumentar lingüísticamente es que Pérez Plata se ha liberado de la obsesión por los modelos gestálticos y ha alcanzado un posicionamiento alineado con la contemporaneidad. Su renuncia a medios tradicionales y su adscripción a medios técnicos expresivos tales como la fotografía, el vídeo, la instalación, la performance y el happening (que ha desarrollado en los ámbitos vitales, en la más ajustada tradición de ese arte que rompe la separación con el mundo), es un signo de la metamorfosis de un artista que se nos presenta en plena maduración, y que apunta expectativas que lo posicionan como una de las voces a tener en cuenta en la realidad artística de nuestra tierra.

Su discurso, se contextualiza y se centra en los temas con los que convivimos a diario, temas que son la causa del debate de la actualidad, sobre los que especula con la legitimidad del arte. Plata es testigo privilegiado de esas cuestiones: migración, fronteras, explotación, inconsciente, memoria, identidad,... Pero no se busquen logros formales de virtuosismo técnico, sino la claridad de un contenido expresado como mejor le conviene a su propio deseo de claridad. Y paradójicamente, es ahí donde convergen la intención y el discurso hasta alcanzar su encarnación formal más adecuada.

Pero nada de esto es ajeno a la gestalt de forma absoluta, porque el muy convólvulo, ignora por completo todo proceso racional consciente para alcanzar sus fines. Contra toda ley racional, con blandura segmentada salta sobre todo proceso analítico en alas de un instinto, una intuición y una sensibilidad que le permiten hallar, en el seno de la realidad que habita, los signos metafóricos que para otro pasarían desapercibidos. Plata, atestigua esas metáforas milagrosas de la vida y las traslada al arte tal cual, o casi tal cual, sin edulcorantes ni conservantes. Y digo casi porque hay un innegable trabajo de adecuación del contenido a su expresión que no pasa desapercibido.

Así, nos habla de la identidad por medio de la común y popular fotografía carnet del fotomatón, que ha intervenido digitalmente, para exponer casi en un susurro sus especulaciones sobre la cara como signo identificatorio; esa cara que se supone oculta bajo esa pilosidad que cambia casi imperceptiblemente. También se oculta, y se manifiesta, la palabra, en la serie de fotografías Inside, out, land,- y su proceso registrado -out-inside-, en las que el huevo figura como metáfora del cuerpo, su cáscara de la piel. La piel como cáscara, y la tierra originaria en el corazón o yema. Reja es un trasunto poético, casi lírico, de la innaturalidad de las fronteras humanas, invalidadas pacíficamente por ese vuelo de libélulas. Cuestiones todas éstas que nos son cercanas, y que evidencian la sutil percepción de Plata con respecto a su entorno; y ahí está la presencia fantasmal del continente africano, que ha sido encarnada (en sentido estricto) sobre un plato, dispuesta para la sanguinolenta operación, en una de las obras más polisémicas y semiofóricas de la muestra. Esta presencia de la carne y lo comestible, es un elemento que enlaza con la tradición del cuerpo sufriente de nuestra contemporaneidad, cuerpo descarnado, herido y sangrante, pero no con fines sádicos, sino que, en palabras del Colectivo de Arte 90, el artista “no busca torturar al espectador, sino ayudarlo a la toma de conciencia de cómo el dolor se puede convertir en un eficaz instrumento del conocimiento del yo”.

No-memory, 1 y 2, nos presentan imágenes comunes del suelo de una azotea típica, en la que una manguera y su pasado en forma de huella evidencian tanto la aparición innatural de la frontera como su persistencia a lo largo de la historia. En la otra imagen, la memoria y los recuerdos y el olvido hasta la desaparición se presentan en esta realidad cotidiana con la sutileza de un poema leve. Las proyecciones del mapa de Europa, son suficientemente claras, y completan un recorrido discursivo sobre un entorno local que no olvida la globalidad de nuestro mundo.

Plata nos muestra cosas que todos podríamos ver, pero que sólo él atestigua solitariamente y transforma en obras que devienen metáforas visuales cargadas en muchos casos de polisemia. Él cosecha su colección de momentos, experiencias y visiones en medio de una existencia cotidiana y vermiforme, sin que nadie sospeche o espere nada de ella. Luego, se nos presenta con todo esto y lo acaba llamando “Hombres y gusanos”.

No dejen que les engañe. El gusano es él.

Fram Ramírez.

San Roque, diciembre de 2007